And all the joy wihtin you dies
Don’t you want somebody to love?”[1]
Jefferson Airplane, Somebody To Love
Pocas cosas son tan descorazonadoras como la desazón producto de la frustración. Los Rolling Stones plantearon bien en una canción la respuesta a eso: no siempre puedes tener lo que quieres[2]. Y es verdad. Pero ocurre, y con frecuencia, que la vida no nos da siquiera la oportunidad de anhelar algo, de aspirar a ello; sencillamente asumimos que ciertos eventos o situaciones ocurrirán como si de una ley natural se tratase. El amor incondicional, la figura de un padre o alguien que nos guíe, que nos salve. O, simplemente, la respuesta a un por qué que nos asola desde pequeños
Ese es el punto de partida de “Respira” la más reciente puesta en escena del dramaturgo local Eduardo Adrianzén. El montaje es dirigido por Roberto Ángeles, con un elenco integrado por Leonardo Torres Vilar, Renzo Schüller, Javier Echevarría y Javier Valdez, entre otros.
Mario, el protagonista impecablemente interpretado por Leonardo Torres, se halla en un momento de su vida en el que la pregunta que no le deja respirar no es si debe o no tirarse a la piscina, sino por qué es incapaz de hacerlo. Ello lo conduce por un viaje al pasado, a aquellos años de una niñez marcada por una madre ausente y castrante, un padre ensimismado en sus ideales políticos y un hermano mayor aparentemente indestructible.
Lo que de buenas a primeras se puede entender como una alegoría de los movidos y extremadamente políticos setentas es nada más un vehículo para adentrarnos en el eterno conflicto que vivimos, sobre todo en el Perú, cuando nos preguntamos si debemos concentrarnos en ser o sencillamente parecer. Uno a uno los personajes van confesando sus secretos, compartiendo sus verdaderas emociones en contraposición a la imagen que proyectan.
La izquierda, la Iglesia, instituciones y dogmas satirizados y criticados duramente en la puesta en escena son solo significantes; después de ver esta obra uno queda con la plena certeza de que lo único capaz de redimirnos frente al desconcierto, la frustración y la desolación es encontrar la verdad y reconciliarnos con la memoria. Y esas, quizás, son un par de cuentas pendientes que tenemos como país.
(Tarea académica 3)
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