viernes, 19 de junio de 2009

Esas verdades incómodas

“When the truth is found to be lies

And all the joy wihtin you dies

Don’t you want somebody to love?”[1]

Jefferson Airplane, Somebody To Love

 Escribe: Juan Luis Nugent

Pocas cosas son tan descorazonadoras como la desazón producto de la frustración. Los Rolling Stones plantearon bien en una canción la respuesta a  eso: no siempre puedes tener lo que quieres[2]. Y es verdad. Pero ocurre, y con frecuencia, que la vida no nos da siquiera la oportunidad de anhelar algo, de aspirar a ello; sencillamente asumimos que ciertos eventos o situaciones ocurrirán como si de una ley natural se tratase. El amor incondicional,  la figura de un padre o alguien que nos guíe, que nos salve. O, simplemente, la respuesta a un por qué que nos asola desde pequeños

Ese es el punto de partida de “Respira” la más reciente puesta en escena del dramaturgo local Eduardo Adrianzén. El montaje es dirigido por Roberto Ángeles, con un elenco integrado por Leonardo Torres Vilar, Renzo Schüller, Javier Echevarría y Javier Valdez, entre otros.

Mario, el protagonista impecablemente interpretado por Leonardo Torres, se halla en un momento de su vida en el que la pregunta que no le deja respirar no es si debe o no tirarse a la piscina, sino por qué es incapaz de hacerlo. Ello lo conduce por un viaje al pasado, a aquellos años de una niñez marcada por una madre ausente y castrante, un padre ensimismado en sus ideales políticos y un hermano mayor aparentemente indestructible.

Lo que de buenas a primeras se puede entender como una alegoría de los movidos y extremadamente políticos setentas es nada más un vehículo para adentrarnos en el eterno conflicto que vivimos, sobre todo en el Perú,  cuando nos preguntamos si debemos concentrarnos en ser o sencillamente parecer. Uno a uno los personajes van confesando sus secretos, compartiendo sus verdaderas emociones en contraposición a la imagen que proyectan.

La izquierda, la Iglesia, instituciones y dogmas satirizados y criticados duramente en la puesta en escena son solo significantes; después de ver esta obra uno queda con la plena certeza de que lo único capaz de redimirnos frente al desconcierto, la frustración y la desolación es encontrar la verdad y reconciliarnos con la memoria. Y esas, quizás, son un par de cuentas pendientes que tenemos como país.

(Tarea académica 3)



[1] “Cuando la verdad resulta ser pura mentira/Y toda la dicha dentro de ti muere/ ¿No quieres a alguien a quien amar?”

[2] You Can’t Always Get What You Want

miércoles, 17 de junio de 2009

Ojos mal cerrados

Negro. Es el color que ven los ojos cuando los párpados se cierran. Es el color del luto. El eterno retorno de aquellos choferes de ómnibus interprovinciales que deciden que la vida vale menos que el dinero.

Dormir es distraerse del mundo, decía Borges. Los choferes no pueden darse ese lujo, porque distraídos del mundo no les sirven a las empresas de transporte que los contratan. Por eso apenas “duermen” cuatro horas diarias. Si bien “dormir”, en su caso, viene a ser un eufemismo, pues cuando se instalan en la maletera de sus buses lo que hacen no es dormir, sino burlarse del sueño. Ir a descansar a sus casas, como es debido, sería, lógicamente, una completa pérdida de tiempo y rentabilidad.

Ni siquiera Harry Potter podría manejar con los párpados vacilantes y el sueño pidiendo permiso. Las empresas de transporte lo saben. Los choferes lo saben. Los pasajeros también. Lamentablemente, ni el Ministerio de Transporte, ni el Ministerio del Interior, ni el Congreso de la República parecen haberse percatado del asunto. Los únicos que no aceleran son precisamente los que deberían hacerlo. Prueba de ello es que han transcurrido siete meses desde que fuera propuesto y el Congreso sigue sin dar luz verde al proyecto de crear la Superintendencia Nacional de Transporte Terrestre, que permitiría mayor control sobre el sistema vial.

Lo cierto es que, hasta el momento, no se ha puesto orden en una parcela donde la informalidad reina. Como si la responsabilidad conjunta de los organismos mencionados hiciera que la culpa no fuera de ninguno. Poco importa que el ómnibus que chocó con una cisterna y dejó veinte muertos cumpliera con todas las normas exigidas por el plan Tolerancia Cero. Habilitar a los “ángeles guardianes de las carreteras del Perú”─como la propia Policía de Carreteras se proclama─ para imponer papeletas tampoco frenará a los buses inescrupulosos que no quieren apagar sus motores, para no dejar de economizar sus recursos. Ni detendrá la epidemia de empresas informales que amenazan con llevarnos de viaje al más allá.

Las 400 personas que ya murieron en lo que va de año, víctimas de los accidentes viales, tampoco reaparecerán, porque, por desgracia, ni aquellos “ángeles guardianes” tienen potestad de resucitar a nadie.


Mariano Olivera La Rosa

viernes, 12 de junio de 2009

Primera columna

Bienvenidos, por fin, al blog del Taller de Periodismo de Opinión de la UPC, un esfuerzo consumado después de algunos ciclos de debates, clases, ensayos, controles de lectura y algunos delirios. Por acá, pasarán las columnas de los alumnos, el profe y probablemente algunos colados. Dos normas fundamentales: nada de pataletas ni maleteos.